Diana Bello Aristizábal/Foto: 123rf
La
bebida milenaria, que tiene casi 5.000 años de antigüedad, tiene más
matices de las que generalmente se piensa. Prepararlo, probarlo y
conocerlo es todo un arte.
Las
posibilidades de tomar té son infinitas, sólo hay que encontrar el ideal
para cada persona, la situación y, sobre todo, saber prepararlo de la
forma correcta. “A mí me ayudó a que se me bajara el colesterol”, dice
Nelly Sánchez, experta en té de The Tea House, quien recomienda tomar
mínimo tres tazas al día para disfrutar de sus innumerables beneficios y
máximo seis. “Con el rojo hay que tener cuidado en no excederse porque
es diurético”, recomienda. Su favorito: el oolong o azul.
A
Andrés Felipe Cabrera, quien toma té desde los siete años, lo que más
le cautiva de esta bebida es lo mucho que disfruta cada sorbo y la
historia que se esconde detrás de ella. “Cuando lo bebo me aparto de
todo. Antes lo relacionaba mucho con mi abuela quien lo tomaba por la
noche para poder dormir, pero ahora sé que es un símbolo de etiqueta en
el cual se mezclan dos mundos: la comunidad de Oriente (de donde
proviene) y la occidental donde también gozamos de sus bondades”, añade.
Para
Sebastián Galindo, quien se inició en esta bebida hace dos años,
representa la posibilidad de pasar un momento agradable en familia o, en
ocasiones, un rato para reflexionar mientras percibe nuevos sabores y
aromas. “Todo comenzó con un viaje a China en el que tuve la oportunidad
de conocer su trasfondo milenario y me quedé enganchado. Ahora todas
mis mañanas empiezan con una buena taza de té, la cual preparo con la
técnica adecuada desde que hice un curso”, agrega. Sus preferidos: el
rojo y el verde.
¿Pero cuál es la magia de
la que todos hablan?, en lo personal, solía considerarme una conocedora
del tema y una gran seguidora, pues en mi familia, desde que recuerdo,
era casi un ritual y una costumbre reunirse en la mesa con una taza de
té los domingos después de almorzar. Era la excusa perfecta para hacer
una pausa, compartir trivialidades con mi mamá, mi hermana y mi abuela o
simplemente buscar inspiración divina cuando la mente estaba bloqueada.
Mi favorito: el verde.
Sin embargo, a
pesar de que lo tomé por tantos años, nunca me imaginé que hacerlo fuera
mucho más que sentirlo con el corazón, en sentido figurado. En
realidad, es todo un arte que se aprende después de estudiar
profundamente sus propiedades, técnicas e historia, pues, contrario a lo
que muchos piensan, el hábito de tomarlo no se reduce a hervir agua y
verterla sobre una bolsa de té para luego dejarla reposar varios
minutos.
“Algunos desconocen el
procedimiento adecuado y por eso afirman que no les gusta o que les sabe
amargo”, explica María Victoria Bisogno, ingeniera de la Universidad de
Buenos Aires, ‘Tea Master’ y fundadora del Club del té quien hace poco
visitó el país, para la VI edición de Gastronomía 2011 que se llevó a
cabo en Corferias, donde anunció la apertura de Ceylon Tea Room, en
Bogotá, un salón y tienda especializada en té.
Para
la especialista, preparar un buen té así como distinguir y conocer sus
diferentes variedades es toda una aventura. “Es muy importante tomar
cursos y probar de todo un poco porque no se nace con el olfato
desarrollado sino que se educa con la práctica. Sólo así será posible
reconocer las sutilezas de esta bebida”, añade.
Nociones básicas
Convertirse
en todo un catador no es nada sencillo. Yo lo intenté y, en realidad,
apenas alcancé a apreciar algunos sabores, entender algo del vocabulario
básico que se maneja en el mundo del té y, a grandes rasgos, la
técnica. “En una cata, un profesional puede tardar hasta tres horas con
una sola especie. Lo esencial es saber que existen tres fases o
instancias para analizarla: oler las hebras secas (lo que queda del
arbusto Camellia sinensis del cual proviene el té), sentir el aroma una
vez se han humedecido y probar el licor del té o líquido”, comenta
Bisogno.
Pero antes de comenzar a entrenar
mis sentidos del olfato y el gusto, lo primero que hice, y que debería
hacer cualquier novato interesado como yo, es repasar la literatura
sobre tipos de té. Existen seis variedades: el azul, el dorado, el
blanco, el verde, el negro y el rojo. Cada uno de ellos se produce en
diferentes países. El rojo, por ejemplo, en India, China y Sri Lanka,
entre otros.
¿Y, por qué es necesario saber
esto previamente? porque el procedimiento correcto, no el difundido
popularmente, para preparar una taza de té con alguna de estas
variedades cambia en razón de que cada una necesita un tiempo de
infusión (reposo de la bebida antes de ingerirla) y una temperatura del
agua específica. El té verde, por ejemplo, debe dejarse máximo 2 minutos
en infusión y el agua no debe superar los 80 grados. De lo contrario,
el sabor podría verse modificado.
Aclarado
lo anterior, el paso siguiente es preparar un delicioso té. Así me
enseñó a hacerlo Nelly Sánchez de The Tea House: primero esparcí un poco
de agua recién hervida sobre la tetera, la cual deseché unos segundos
después. Posteriormente, coloqué en la tetera o filtro una cucharadita
rasa de té (2 gr. aproximadamente) por taza. Para preparar cuatro, se
debe agregar una más para la tetera.
Luego,
vertí agua sobre las hojas de té en la temperatura indicada (en
ocasiones, puede ser muy útil emplear un termómetro para tal fin).
Finalmente, tapé la tetera, dejé en infusión durante el tiempo requerido
y retiré el filtro. La mejor parte vino después: disfrutar de una taza
de té y, como dicen los expertos, hacer un análisis sensorial.
Una breve degustación
Como
ya había aprendido lo básico, estaba lista para degustar y diferenciar
algunos de los sabores más antiguos del mundo. Para lograrlo, la ayuda
de Nelly fue fundamental, pues fue ella quien me mostró sus favoritos,
me enseñó a saborearlos y me contó uno que otro secreto como que, por
ejemplo, el té se divide en fermentados, semi fermentados y sin
fermentar.
El primero que probé fue uno
conocido como ‘Templo del Cielo’; un té verde (sin fermentar) que en
China es el más costoso, aunque irónicamente en Colombia es uno de los
más baratos. Una vez llegó a la mesa, Nelly me explicó la manera
correcta de hacer un análisis sensorial. Lo primero que hice fue mirar y
oler las hojas secas y sentir el ruido que hacen al partirse antes de
que se mezclaran con el agua caliente.
Después
de preparado, analizar su aroma en infusión fue todo un placer. Tomé un
sorbo haciendo enjuagues para tratar de identificar sus notas durante
cerca de dos minutos. Luego lo escupí quedándome con una grata sensación
en la boca. El procedimiento lo repetí varias veces instruida por
Nelly. Noté como las hojas al humedecerse ya no tienen el mismo aroma,
el cual se queda únicamente en la taza.
El
siguiente que probé fue el amarillo que proviene del árbol goma arábiga y
está indicado para quienes padecen de colon inflamable, úlcera gástrica
o mala digestión porque al parecer facilita la descomposición de los
alimentos. Su sabor, aunque parecido al té verde, es un poco más suave y
se le recomienda especialmente a quienes sufren de sobrepeso, practican
poco deporte o son sedentarios. Consumo mínimo para sentir sus
beneficios: cinco tazas diarias.
Otros que
degusté fueron el té verde clásico, de sabor un poco amargo y
astringente (sensación áspera y seca en la lengua); el rojo, diurético y
quemador de grasa por excelencia que se oxida durante mínimo siete años
en caverna, razón por la cual es un poco fuerte; el blanco, suave y
delicado y el oolong o azul ahumado (considerado por Nelly el té
perfecto), que casi no tiene astringencia y despide un aroma encantador.
Beneficios conocidos del té
Tomado regularmente:
- Previene el envejecimiento
- Mejora el aspecto de la piel y las uñas
- Quema grasa
- Protege el sistema inmune
- Combate y previene el cáncer
- Ayuda a reducir el estrés
- Mantiene sanas las arterias
- Mantiene niveles adecuados de colesterol
- Controla la presión sanguínea
- Baja los niveles de azúcar
- Brinda placer, encanta e invita a hacer parte de un mundo refinado
Para tener en cuenta
- En una cata no se debe aplicar azúcar ni ninguna sustancia. De lo contrario, se vale todo; azúcar, leche, limón o miel.
-
El color del té es fundamental. Este no debe ser turquesa, fucsia o
gris, tonos que indican la presencia de sustancias artificiales que
deterioran la calidad de la bebida.
- El té suelto en hojas o puro es de mejor calidad que el de bolsa.
- Las infusiones de frutas u otras plantas como la menta no son consideradas té, en tanto no provienen de la Camellia sinensis.
- Una hoja de té nunca debe tener olor a humedad ni a tierra al momento de adquirirla
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